Ensayo crítico sobre el pensamiento y la praxis, así como las contradicciones
y ambivalencias entre ambos, de los grupos intelectuales de inspiración marxista, socialista y comunista. Su comprensión resulta sugestiva a partir del título, donde se sustituye al pueblo por los intelectuales en una famosa frase de Marx: “la religión es el opio del pueblo”. La crítica se plantea a partir de la comparación entre el fanatismo del pueblo con su religión y el de los intelectuales con su doctrina, marxista en este caso. En la primera parte se plantean unos mitos políticos basados en los conceptos de “izquierda”, “revolución” y “proletariado”. En la segunda se denuncia una idolatría a la historia y la ilusión de la “necesidad”. En la última, se señala una alienación de estos intelectuales en relación con la patria, la ideología y “en procura de una religión”